Qué otros secretos tienen las parejas que están bien
PARTE 2
Las parejas que se sienten bien y que han demostrado a lo largo del tiempo niveles altos de satisfacción tienen una serie de rasgos comunes que vale la pena examinar y comentar.
Estas parejas de alguna manera tienen un proyecto común de vida; tienen unos sueños en común, una visión y un horizonte que comparten y que los une. Sienten que de alguna manera tienen una misión en su vida; pueden expresar que no están en este mundo y en este tiempo simplemente al azar, sino que tienen una misión donde los hijos y el bien a otras personas tienen un rol importante. Podríamos hablar de que hay una dimensión existencial, axiológica, trascendental, espiritual que comparten.
Notemos que no necesariamente estamos haciendo referencia a personas que están en una misma afiliación religiosa o filosófica. Al hablar de un proyecto común de vida estamos hablando de sueños, ideales, valores, sentidos de vida y la manera de valorar experiencias espirituales y emocionales que tengan una significación importante para los dos y que sean relativamente similares. Si una pareja tiene este horizonte común o esta dimensión existencial de alguna manera vivida entre los dos, las posibilidades de la duración de la relación aumentan significativamente.
Para personas que han crecido en contextos culturales similares y también en contextos religiosos y educativos similares, encontrar esta afinidad en la dimensión existencial trascendental es más fácil. Para parejas que vienen de entornos familiares muy diferentes o de subculturas distintas porque pertenecen a etnias o razas en regiones geográficas muy diferentes, no es fácil desarrollar esta dimensión común; sin embargo, es posible que en algunos se pueda construir, no sin dificultad.
Sintonizar y construir una dimensión existencial común requiere pues una cierta similaridad; es verdad que las parejas pueden sentir atracción el uno por el otro cuando hay algunas diferencias que son significativas y que son complementarias. También es muy importante decir que se necesita la similaridad en cuanto a perspectiva de vida, sentido de vida, dimensiones espirituales trascendentales, valores comunes que ayuden a tomar decisiones en común.[i]
Si esta dimensión de lo existencial trascendental, si este horizonte de vida común se puede explicitar en sueños comunes, en metas comunes, en proyectos de vida común, cuanto mejor. Las parejas necesitan tener un tiempo para soñar juntas, para visualizar su futuro, proyectar de alguna manera los años que están por venir y especialmente la manera como van a guiar y acompañar a sus hijos si los tienen.
Necesitan además imaginar y prever la manera como van a relacionarse con las familias de origen, las cuales van a ir presentando cambios. Por ejemplo, esas parejas tendrán que tomar decisiones acerca de qué hacer y cómo manejar las cosas cuando muera alguno de los padres. En las familias el fallecimiento de alguno de los padres de la pareja suele movilizar conflictos de diversa índole: económico, relacional, emocional, espiritual. En este sentido hay una serie de criterios, valores y compromisos que se deben explicitar en el diálogo y en los cuales es muy importante concertar y conseguir acuerdos.
La manera como la pareja maneja esos conflictos y esos posibles lugares de desencuentro se vuelve fundamental para poder garantizar la estabilidad y la conexión de ambos a lo largo de los años, aunque vayan cambiando las situaciones de las familias de origen y los contextos sociales, económicos o políticos donde la relación se ha nutrido de alguna manera y se ha desarrollado.
Cuando esta dimensión de lo trascendental, existencial, espiritual que configuran el horizonte común está activa en la pareja y además está dinamizada por factores que tienen que ver con el afecto, la ternura, la relación satisfactoria de la sexualidad para ambos miembros de la pareja, entonces las conexiones pueden ser mucho más fuertes y firmes. De esta manera la dimensión existencial mostraría las metas y la dimensión de lo sexual afectivo ofrecería la gasolina o el “combustible” para llegar hasta allá. Si además se manejan de modo satisfactorio los temas relacionados con el día a día de la pareja, con el manejo de las finanzas y el presupuesto familiar, la educación de los niños si los hay o incluso el mantenimiento de la mascota, etc., entonces esa familia está construyendo sobre terreno firme. Si la dimensión de lo práctico y lo cotidiano está bien llevada y existe también la vivencia de la sexualidad como grata y satisfactoria para ambos, solo falta que se instale dentro de un horizonte común, un proyecto vital. Con ello tenemos una pareja sólida; y el criterio que hace que esta solidez se pueda mostrar y pueda hacerse efectiva a lo largo del camino es que los desencuentros que puedan ocurrir en la vida cotidiana y en el día a día se pueden dirimir.
En resumen, la mayor viabilidad de la pareja se obtiene con las tres condiciones principales más la capacidad para resolver conflictos. Son estos los criterios que fui encontrando, guiado por mis estudios superiores y lo fui corroborando a lo largo de los años que he tenido la oportunidad acompañar a las parejas. Algo más, he visto además estas reflexiones respaldadas con los estudios y las investigaciones que se hacen de manera diacrónica. Las investigaciones diacrónicas (que son menores en número por su dificultad) son investigaciones que se realizan a lo largo de varios años con las mismas parejas sujetos del estudio; los científicos sociales suelen concordar en que estos estudios por supuesto más costosos, son menos frecuentes, pero más iluminadores acerca de cuáles son los factores que asegurarían la vida de la pareja como exitosa a lo largo de los años.
[1] Recomiendo una película que explora esta situación de manera especial. Los dos protagonistas pertenecen a culturas muy diversas. Al comienzo de la relación, no fue tan notoria la dificultad de construir entre ambos, porque la sexualidad se podía vivir de manera intensa. Pero una vez que la protagonista se fue a vivir en la cultura de origen de su amado, aparecieron unos retos y desafíos que no imaginaba.
La película se llama “la princesa Masai” o en otras traducciones, “la Masai blanca”. La película alemana narra la historia real de la autora, una mujer suiza que viaja a Kenia con su marido y conoce a un guerrero Masái del que se enamora. Decide abandonarlo todo e irse con él. Tiene un hijo y convive con los Masai, pero las diferencias culturales terminan destruyendo todo.