¿Qué más tienen las parejas que están bien?

PARTE 3

mente.¿En qué podemos ver que están bien y que están contentos con la otra persona?

Una de las cosas que más fácilmente se ven en una pareja que está bien es que los dos celebran, tienen ciertos rituales de celebración que les da sentido de unidad y vinculación.  Por supuesto todos sabemos que es importante celebrar el aniversario de matrimonio; no hacerlo u olvidarlo puede ser altamente costoso en términos emocionales y vinculares. El aniversario es una celebración que normalmente implica e involucra más personas porque hay otros (familiares y amigos) que se acuerdan de ese motivo.  El aniversario es en verdad una fecha con cariz de alguna manera social, especialmente en algunos contextos.  Tengamos presente que, con frecuencia, cuando la pareja se casó (o tomaron decisiones que los mueven y comprometen) hay una fecha, un momento en que esa fecha se decidió; y por supuesto el aniversario es esa fecha que se celebra cada año.

Algunas parejas registraron en sus memorias el comienzo de la relación y no solamente celebran cada año, sino que van celebrando cada mes. Con el tiempo estas pequeñas celebraciones mensuales se van difuminando, pero algunas parejas conservan el recuerdo del momento en que se dieron el primer beso etc. o realizaron el primer viaje, o compartieron la primera noche, o se mudaron a vivir juntos.  Las parejas más contentas y felices suelen ser las que más recuerdan y celebran.  Tienen claras ciertas fechas y ciertos momentos para celebrar.

Aquí es importante además mirar no solamente las fechas importantes y públicas (por ejemplo, la fecha del aniversario) sino también otras fechas más privadas, más íntimas, más personales, que podrían estar relacionadas con el día que se conocieron o el día que se hicieron novios o el día en que se enteraron del embarazo de uno de los hijos etc. En esas celebraciones más privadas, es importante que puedan participar de alguna manera los hijos, porque allí se crea un sentido de familia y de pertenencia, un sentido de afiliación que es muy importante para el alma.

Otra característica importante de las parejas que están contentas es que apartan en su presupuesto familiar una pequeña reserva para lo que es divertido, amoroso, grato, gozoso y placentero. Comprendemos que todos nosotros estamos en un tiempo difícil de apretura por asuntos de pandemia en este tiempo del 2020, pero cada pareja tiene de alguna manera la necesidad de celebrar ocasionalmente la vida y la relación, así sea una cosa pequeña en donde se aceptan o conceden algunos permisos. Por ejemplo, si la pareja es muy cuidadosa con una dieta hipoglúcida o hipocalórica podría ser un poco más indulgente en algún momento y darse un día un regalito con unos helados deliciosos o con una malteada muy sabrosa, si ello no trae problemas médicos como en el caso de un diabético.  Otra pareja podría permitirse el “delito” de comprar una pizza que les guste o pedir a domicilio algo que a los dos les encanta; o pueden incluir en el mercado una botella del vino que les gusta o del licor que a ellos les hace sentir la posibilidad de celebrar.

 Otras parejas podrán cuando pase la pandemia y cuando estemos en otra situación, darse otros gustos quizás por qué no hacer un viaje, planear las vacaciones etc., pero mientras esta situación continúe, hay pequeñas cosas en el día el día que pueden ayudar a celebrar la relación y a sacar placer y gusto a la vida.

Otro de los aspectos de las parejas que se sienten más felices está relacionado con la manera como se distribuyen las tareas de la casa. El trabajo compartido en los oficios caseros es una experiencia de cooperación, de ayuda y de cuidado mutuo. Las parejas que están más contentas tienen mucha más capacidad de ayuda. En las parejas donde se nota que la relación se está enfriando es más frecuente encontrar el descuido por los temas del cuidado de la casa o apartamento. Es posible que la pareja decida que ciertos tipos de servicios los asume uno u otro; a veces inclusive se pueden dividir por territorios (tú la sala y yo la cocina, por ej.). La pareja podría decidir que el área principal de uno de los lugares comunes a ciertas horas estaría a cargo de uno de los dos, pero entonces otra área (dormitorio, las habitaciones, de las áreas comunes p.ej.). estará a cargo del otro cónyuge.  O quizás el tema del cuidado de personas por ejemplo puede ser distribuido de diferente manera (tú la gata y yo el bebé, p.ej.). Pero lo más importante es que las parejas felices tienen la posibilidad de ayudarse mutuamente y tienen la capacidad de hacer una distribución que para ellos es relativamente adecuada y equilibrada en relación con las tareas y de los oficios de casa. 

Normalmente tenemos que reconocer que generalmente en nuestra cultura es a la mujer a quien más le toca hacer las tareas de cuidado de la casa y de crianza de los niños. Pero cuando en una familia las dos personas tienen que trabajar, hay una serie de tareas que sí deben ser mucho más compartidas; por ejemplo, quién prepara los alimentos y quién se encarga de lavar los platos.  Debemos reconocer lo difícil que los oficios de la casa estén distribuidos exactamente este 50-50,  pero el hecho es que se necesita que ambos puedan trabajar y aportar en las tareas a veces ingratas del mantenimiento del hogar.

Otro aspecto importante en la vida de las parejas que están contentas y que están más felices se ve cuando aparece el conflicto y el desencuentro. Si bien es cierto que momentos de tensión y desencuentro aparecen, las parejas mejor relacionadas tratan de lavar la ropa sucia en casa” sin involucrar a otras personas y menos todavía implicando personas de la familia de alguno de los dos.  Puede que en algún momento determinado dada la situación de alto conflicto ocurra que sea importante que alguno de los dos pueda estar un momento fuera de casa, inclusive más de un día con el consentimiento de la pareja, mientras se calma; pero lo normal es que las parejas diriman la vida en la relación conflictiva y hablen las cosas entre los dos.   Si los conflictos están siendo superiores a la pareja habría que buscar en lo posible alguien que pueda ayudar a mediar, pero esto solo en casos donde las opciones se fueron agotando.  Y si los conflictos han escalado aún más se hace necesario buscar la ayuda de alguien más entrenado profesionalmente. De todos modos, en un primer momento es más importante es que se mantenga la privacidad y que no “se internacionalice el conflicto” osea que no se involucran personas de la familia política de ninguno de los dos.  Cuando esto ocurre, lo más frecuente es que el resultado es indeseable: el problema se hizo mucho más grave.

Una manera de ver que las cosas no están bien es cuando en la pareja los dos se vuelven serios, severos, gruñones, críticos o aprensivos.  Las parejas que están mejor logran sacar el buen humor, la risa, el juego, lo liviano.   Si se puede mantener la risa, o el buen humor, se encuentra en ella un “remedio infalible” decían las Selecciones del Reader´s Digest.[i]  Si en una pareja se logra reír y se consigue que no pierda el sentido del humor, si al menos uno de los dos puede convidar al otro a una velada chistosa o ver un YouTuber que tengan un buen humor, el pronóstico se mejora grandemente. Hay que aprender a tomar las cosas un poco más ligeramente, sin hacer ironías; mientras esté el buen humor las esperanzas están altas.

Es importante que ambos en la pareja y todos en la casa estén aportando para la familia lo mejor que puedan.  Tengamos en cuenta que las parejas que manejan bien sus conflictos y que están en buenas relaciones normalmente están ocupadas, suelen estar activas.  Y también dentro de su actividad y de sus horarios apretados, también hay tiempo para la ternura, el abrazo, el “arrunche” y para la sexualidad.  Nunca estarán tan ocupados como para negar esa apertura a la sexualidad que es tan importante y se constituye una muestra de la salud de la pareja.

Una analogía:  en contextos de deportes violentos como el boxeo o la lucha libre los contendores se enfrentan para darse golpes y tratarse lo más duro que puedan; aún allí hay reglas de juego que protegen la vida de los dos combatientes; no se pueden dar golpes bajos y no se puede seguir agrediendo al contendor cuando ya no puede defenderse.  Si hay reglas en los deportes donde se hacen daño dos personas y les pagan grandes sumas, cuánto más deberíamos tener unos límites claros cuando haya que dirimir conflictos entre dos personas que se aman. Acá tampoco se pueden dar “golpes bajos” (agredir, golpear, humillar, faltar al respeto, utilizar un hijo como arma para culpabilizar, etc.) Las parejas también deben aprender a “pelear”, a dirimir sus conflictos sin dañar, sin herir la dignidad de la otra persona, sin lastimar el alma, sin sacar cosas del pasado que pueden doler mucho, sin proferir insultos.  

Las parejas que se aman y están bien, han ido aprendiendo, incluso con errores, a seguir ciertas reglas y a cuidar la relación, incluso cuando el enojo y la rabia son grandes.  Esas dos emociones serán pasajeras, pero la relación se ha ido construyendo por años en la vida de los dos.  No podemos permitir que las emociones destruyan lo que se ha construido con tanto esfuerzo.

[1] Ha sido una revista muy famosa, desde 1922; se publicaba mensualmente, en inglés con temas variados; en español se llamaba “Selecciones”.  Se traducía a 17 idiomas, un éxito editorial.  Una de sus secciones más famosa, entre las 30 que tenía, se llamaba “la risa, remedio infalible”.